jueves, 21 de mayo de 2009

Cosecha de palabras I



La próxima semana, el día martes, serán presentados los cuadernillos del diccionario Cosecha de palabras, cuya primera entrega adelanta los sintagmas: Paradigma, Lectura-escritura, Posmodernismo, Filosofía, Memoria y Feminismo.
La cita es el 26 de junio, a las 13:00 hrs., en el plantel de San Lorenzo Tezonco de la UACM, salón C 101.
Adelanto también que en uno de estos cuadernillos vendrá próximamente mi definición de "Utopía", ese vejestorio ideológico tan típico del siglo pasado.

martes, 19 de mayo de 2009

La Señorita T










La Señorita T, suplemento cultural del diario poblano El Columnista, me envía los archivos digitales de mi columna Modus Scribendi, que exhibo en la virtualidad de mi bitácora.

lunes, 18 de mayo de 2009

Apuntes por duelo


Rotonda de perpetuidad

Hoy me enteré por la radio de la muerte del escritor uruguayo Mario Benedetti, enfermo desde hace semanas de una afección respiratoria, pulmonar, como lo informó la prensa en su momento desde Uruguay, su patria, a la que volvió luego de un exilio impuesto por las circunstancias políticas que impuso el ascenso de la dictadura que asoló aquella nación.
No lo conocí en persona, sólo leí una parte de su obra prosística, ensayística y poética. Fueron los tiempos de mi adolescencia siniestra, mientras cursaba el bachillerato unamita en el memorable CCH Sur, ubicado en el Pedregal de San Ángel. Como la escuela distaba unas horas de camino, seguramente leí alguno de sus libros mientras viajaba en el camión, el Metro o el pesero, alternando los libros con el diario, las revistas o el ocio del cangrejo. El cumpleaños de Juan Ángel o La Tregua, libros que enriquecieron mi educación sentimental, me consolidaron como lector y arraigaron en mi conciencia política los problemas de la justicia social, que por aquellos tiempos aún reverberaban por los efectos colaterales de la rebelión estudiantil, así como por el ánimo soliviantado de mis profesores y la amistad comunitaria de mis colegas, estudiantes tan ilusos como yo en aquellos tiempos, creyentes en un más allá social igualitario, justo y democrático.


Esos tres efectos ganados (lectura, conciencia social y educación sentimental)todavía perduran en la conciencia individual de este aprendiz de escribano, gracias a las buenas prosas y metáforas sencillas con que don Mario pergeñó su obra literaria a lo largo de cinco décadas. Tiempo en que aglomeró a una cantidad innominada de lectores, siempre atentos y leales a su escritura en libros, opiniones o artículos periodísticos.
El tiempo anduvo y dejé de frecuentar sus libros, a distanciarme de los reclamos democráticos y la utopía necesaria; sin embargo, nunca dejé de leer las noticias periodísticas sobre sus novedades editoriales, adaptaciones al cine, puestas en escena, regreso a la patria nativa o tribulaciones ante el cuerpo decaído. Inventario, La Tregua, El cumpleaños…, los Cuentos completos y el conjunto de su obra narrativa tienen un lugar en mi librero, desde donde han migrado cuando uno de mis alumnos o mis amigos me los han solicitado en préstamo, alguno todavía sin retorno.
Lamento la muerte de un escritor que me obsequió tantas enseñanzas, desprendidas, aquellas tres, directamente de sus libros. Guardo silencio por la muerte de Mario Benedetti, la tristeza de la partida así lo obliga.
A los hombres ilustres, la rotonda de la perpetuidad.

jueves, 14 de mayo de 2009

Columna Invitada


Sirenas mexicanas:
Una invitación a nadar en las aguas textuales

Lauro Zavala




Foto: Barry Domínguez, La Jornada Semanal

Esta antología de minificciones sobre sirenas en la literatura mexicana permite varias lecturas. La primera de ellas podría consistir en dialogar con la erudición que encontramos en el prólogo. La segunda podría consistir en sumergirse en los numerosos juegos de reinterpretación del texto homérico original. Y otra más puede consistir en imaginar algunas continuaciones del volumen mismo con otros materiales similares, para regocijo de diversos tipos de lectores. En lo que sigue voy a explorar cada una de estas aproximaciones, como una invitación para sumergirse en la lectura de este volumen.

Invitación a la erudición literaria
En el prólogo que precede a esta recopilación el autor propone varias aproximaciones al disfrute del género de las minificciones hespéridas. Por ejemplo, ya en el principio se señala la proximidad de la tradición mexicana con la tradición inglesa de ofrecer sirenas pisciformes, en oposición a la tradición griega de las sirenas “emplumadas, con rostro femenino y tridentinas patas de ave” (7). Esta tradición dominante se desmiente en el texto de Tomás Espinosa Laguna (1980), donde se ironiza la presencia de la sirena de tradición inglesa en las artesanías populares, el circo, las pulquerías y el fondo de cristal de los barcos para turistas.
Otra línea sugerida para la indagación literaria en este prólogo consiste en la posible relación entre el texto seminal de Torri (1904) y el fragmento inicial de la novela Zona sagrada de Carlos Fuentes. O la ausencia relativa de escritoras en la tradición hespérica mexicana (aquí desmentida con textos de siete mujeres, de las cuales cuatro escribieron su texto en respuesta a una invitación expresa del compilador: Adriana Quiroz de Valadés, Mónica Lavín, Cristina Gutiérrez, Ileana Rodríguez, Silvia Eugenia Castillero, Freja Cervantes y Amaranta Caballero Prado).
Este prólogo incorpora diversos registros, desde el más técnico de la semiótica literaria (como los términos metaficción e intertextualidad) hasta el más informal del habla cotidiana (como el término "deplanamente" como derivado de la expresión coloquial de plano).
En general, en este prólogo se ofrecen observaciones de carácter historiográfico y formalista, dejando de lado para otros lectores la interpretación de los contenidos. Estas posibles interpretaciones podrían ser de carácter psicoanalítico (por ejemplo, sobre la dimensión erótica y onírica de los textos); de carácter estilístico (por ejemplo, sobre la presencia del tono épico, intimista o autorreferencial), o de carácter ideológico (por ejemplo, sobre el sentido que tiene el canto como una forma de seducción, ya sea como oposición a la rutina, como resistencia al sentido común o incluso como una inesperada ausencia).

Invitación a las relecturas irónicas
Al iniciar la lectura de los textos que integran esta antología podemos observar su carácter irónico. Sólo el texto original de Homero y un testimonio encontrado en las cartas de navegación de Cristóbal Colón pertenecen a la tradición de la literatura maravillosa (donde lo imposible es aceptado como un hecho natural). Pero a partir del texto seminal de Julio Torri, publicado en 1904, la sirena pertenece a la literatura fantástica (donde lo imposible es aceptado como un acto deliberado de suspensión de la incredulidad).
En otras palabras, en los siglos XX y XXI la sirena es un personaje de la literatura fantástica. Pero mientras lo fantástico puede aparecer como una sorpresa (en el fantástico decimonónico clásico), en cambio en esta antología tenemos versiones de naturaleza moderna y posmoderna. Es decir, en esta recopilación encontramos versiones donde la sirena es considerada como un ente natural (así mimetizado con el antecedente mítico de la tradición maravillosa) o recibe un tratamiento irónico, metaficcional y autorreferente, con frecuencia tematizando el acto mismo de escribir sobre la materia.
En esta compilación encontramos diversas variaciones sobre el tema de las sirenas. Entre las más conocidas encontramos varias formas de la decepción, como en Julio Torri (“Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí”); en Marco Antonio Campos (“Como no cantaron para mí, muero de tristeza y rencor”), y en Salvador Elizondo (“El canto de las sirenas es estúpido y monótono… y su carne huele a pescado”). Otras son reescrituras de la versión original, como en Alfonso Reyes (Ulises añora regresar con las sirenas); Augusto Monterroso (tanto la seducción como la resistencia frente a la seducción son causas perdidas), y José de la Colina (los marinos se tapan los oídos, pero son seducidos por el baile sensual de las sirenas).
En algunas variaciones, las sirenas se encuentran en situaciones muy cotidianas, como en Adriana Quiroz de Valadés (una sirena en cautiverio está triste porque no tiene zapatos de tacón); en Freja Cervantes (la sirena recuerda a sus víctimas literarias mientras se dispone a desayunar), y en Víctor Cabrera (niños con cola de pescado se sumergen en el mar para sacar una mujer como regalo para los turistas a cambio de algunas monedas).
También encontramos a la sirena como motivo de alguna fantasía erótica, como en Mónica Lavín (“…con ansias del sabor rosado de su carne íntima”); en Héctor Carreto (“en la cocina comí su parte de pez; en la alcoba, ella devoró mi parte humana”), y en Armando Alanís (“… tendida de espaldas sobre el húmedo césped, está ella: la piel cobriza, el pelo azabache cubriendo a medias sus pechos deliciosos”). Y también encontramos sirenas extremas, como en Jezreel Salazar (la sirena es un travesti prostituido que quiere operarse… para tener escamas); en Luis Felipe Hernández (la sirena es un tritón transexual), y en Cristina Gutiérrez (escuchamos a la amante hablando de sirena a sirena: “Hazle el amor como perra que cela sus querencias y mímalo tanto que me recuerde a mí”).
Otras versiones toman a la sirena como pretexto para la escritura poética, como en Silvia Eugenia Castillero:

Luz dolorida que empieza a mancharse de brillos como una flor abriéndose.
(…) El primer indicio, las uñas, que se aferran a la roca; y el mar con su furor la llena de escamas (58).

O en Agustí Bartra:

Yo no sueño, Ulises: cuento: una brizna, las estrellas, el aroma del heno, la lluvia, los árboles. (…) La vida es como el agua: tócala con la mano abierta y la sentirás vivir, siempre igual en su fuga. Pero si aprietas la mano para cogerla, la pierdes (32).

Invitación para seguir jugando
Quiero concluir estas notas de lectura proponiendo algunas otras formas en las que los lectores podrían continuar jugando a partir de los materiales contenidos en esta recopilación. Propongo tres formas de continuar esta exploración inicial.
La primera continuación podría consistir en explorar la presencia (o ausencia) de las sirenas en las versiones cinematográficas de la guerra de Troya, las aventuras de Jasón y los viajes de Ulises. La segunda podría ser una serie de volúmenes con las sirenas en otras literaturas nacionales, regionales y en diversas lenguas, donde se podrá comprobar, una vez más, que la tradición literaria de los bestiarios poéticos, formados por minificciones, se ha desarrollado casi exclusivamente en lengua española. La tercera podría estar formada por un volumen que acompañaría a éste, formado por juegos textuales para los lectores más jóvenes, es decir, crucigramas, adivinanzas, laberintos, juegos de mesa y azar con el motivo de las sirenas, dirigidos a quienes podrían adoptar este volumen como punto de referencia.

Para terminar
La publicación de este volumen es un homenaje al texto de Julio Torri que abre el volumen considerado como inaugural del género más reciente en la historia de la literatura (Julio Torri: Ensayos y poemas, México, Fondo de Cultura Económica. (Edición original: 1917.) Sin embargo, la presencia de casi medio centenar de textos sobre sirenas termina siendo mucho más que eso. Es una demostración de la capacidad de fabulación de los escritores actuales, y de la vitalidad que puede tener un tema clásico universal, en este caso derivado de la tradición homérica. La escritura de todas estas versiones alternativas, subversivas, cotidianas, lúdicas y poéticas de la historia de las sirenas es un homenaje a la imaginación literaria, y es una muestra de la vitalidad de la escritura contemporánea.



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Javier Perucho (estudio, selección y bibliografía): Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el microrrelato mexicano. México, Ediciones Fósforo / Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2008, 80 p.
ISBN 978-970-95017-2-8.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Enhorabuena, JEP



Foto: Omar Meneses / Laberinto


El fin de semana pasado a José Emilio Pacheco le fue concedido el Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía 2008 por así lo creo una obra que transita del poema al cuento, de la novela al ensayo, de la traducción al aforismo, del microrrelato al periodismo cultural.
El conjunto de su obra educó a la generación de escritores nacidos en los años sesenta, que lo frecuentamos en su columna “Inventario”, que semanalmente aparecía en la sección cultural del semanario Proceso. Tanto sus colaboraciones en dicha revista como sus aforismos y microrrelatos todavía no han sido recopilados e impresos en libro. Ésa es una deuda muy grande que han contraído sus editores y nosotros, sus lectores.
Enhorabuena, José Emilio.

jueves, 7 de mayo de 2009

Bitácora de los fluidos (IV)

Escribí en una nota anterior que el virus estaba compuesto en su genética por microorganismos provenientes del pollo, el cerdo y el homo sapiens, pero hoy las circunstacnias me exigen una corrrección. No fue del pollo, sino del pato de donde se desprendieron esos bichos nocivos que armaron la bomba biológica que azota la ciudad de México y otras del mundo.
El apocalipsis no vendrá del desastre nuclear, como afirmaron las invenciones novelescas o la imaginación fílmica del siglo pasado, sino de la granja, por cuya rebelión acabará su reinado el hombre.
La guerra entre los reinos será microscópica.

lunes, 4 de mayo de 2009

Bitácora de los fluidos (III)

Lo que nunca se había logrado en México lo conquistó la epidemia: los estadios sin muchedumbres, las iglesias vacías, los tacos de la esquina sin comensales. Cantinas sin parroquianos. El día de la Santa Cruz sin su festejo.
Suspendidas las celebraciones, el fin del júbilo llegó sin aspavientos. Las rutinas quebradas: los mexicanos al fin en casa. Elogio del tedio, palinodia del entretenimiento.
Genéticamente proclives a la celebración estruendosa, los mexicanos al llegar la influenza se recogieron en sus casas, en un extraño duelo mitad resignación, mitad culpa. Aquí fue el epicentro. El temor a la enfermedad nada más se percibe en el esparadrapo azul que cubre sus bocas. Y el harapo sanitario lo usan nada más en ciertas zonas de la ciudad, no es generalizado ni obligado. ¿A quiénes le importa?
Ayer en el mercado sobre ruedas, la romería popular de los domingos en la que se abastece de frutas, verduras y carnes la gente humilde, no vi a nadie que lo portara, mientras compraba brócoli, lechugas y nopales. Ni marchantes ni clientes. Madres o lactantes. Naturalmente todos están a la expectativa de cuándo el gobierno levantará la veda, pues las rutinas sociales son las que estructuran sus vidas.
¿El miércoles 6 de mayo, o un día antes del 10 de mayo, celebración nacional de las madres mexicanas? Ciertamente, nunca hasta ahora dejada de concelebrar.