Escribí en una nota anterior que el virus estaba compuesto en su genética por microorganismos provenientes del pollo, el cerdo y el homo sapiens, pero hoy las circunstacnias me exigen una corrrección. No fue del pollo, sino del pato de donde se desprendieron esos bichos nocivos que armaron la bomba biológica que azota la ciudad de México y otras del mundo.
El apocalipsis no vendrá del desastre nuclear, como afirmaron las invenciones novelescas o la imaginación fílmica del siglo pasado, sino de la granja, por cuya rebelión acabará su reinado el hombre.
La guerra entre los reinos será microscópica.
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