Bestiario
mexicano
En México no sólo
las sirenas o los manatíes, esos seres fantásticos del bestiario, tienen su ontología.
También el ajolote, emblema animal, encuentra en estas tierras sin señor su apologética.
Sirenas o manatíes se rastrean desde las crónicas del conquistador, incluso
antes, y logran su representación en el arte popular, la música folclórica, el
relato oral y los acervos literarios y visuales. El ajolote compite con ellos
en tanto representación gráfica o literaria. Así lo atestigua esta Axolotiada. Vida y mito de un anfibio
mexicano, concertada por la diestra batuta de Roger Bartra, socioantropólogo
mexicano que cifra en este animal refugiado en el lodo la imposibilidad de la
metamorfosis de una colectividad. Crecimiento impedido por sus formas de
relación con el mundo exterior, huérfano del útero y cercenado su cordón
umbilical.
Participan de esta
prospectiva coral científicos, historiadores, literatos, artistas plásticos, provenientes
de los siglos xix y xx, quienes rastrean la figura, función,
símbolo y representaciones que adquiere este animal emblemático de la ontología
del mexicano en variados acervos culturales y científicos.
En esta magna sinfonía
de cinco movimientos —Antiguo Axolotario, Axolotología, Nuevo Axolotario,
Axolotitlán, Axolotiada— prestan su escritura las voces canónicas de la bestia
mexicana: Italo Calvino, Julio Cortázar, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Gutierre
Tibón, Juan José Arreola —a quien reclamo que en su Bestiario no retratase a la sirena pero sí, en cambio, a este bicho
de las charcas mexicas—, Salvador Elizondo, Primo Levi, Aldous Huxley, entre
otros sabios y literatos de este reino o de ultramar. Por supuesto, los científicos
anglosajones, los naturalistas francófonos y nativos también tienen su parte en
este cántico por la larva: Georges Cuvier, Auguste Duméril, Stephen Jay Gould y
Luis Zambrano. Y los exploradores decimonónicos de igual modo están presentes
con sendas apologías al batracio: Bernardino de Sahagún, Francisco Hernández,
Francisco Javier Clavijero y José Antonio de Alzate, que asientan su sabor,
morfología, síndrome peterpanista, costumbre o ciclo circadianos, modos de
airearse y demás minucias biológicas.
Esta magna sinfonía es
clausurada por una banda de ciudadanos arraigados en la Nueva Axolotitlán, con asiento
temporal en el siglo pasado, quienes recrean su fea existencia, la del ajolote:
Rafael Lemus, Verónica Volkow, Héctor Manjarrez, Ana García Bergua, Carlos
Chimal, Verónica Munguía, Alberto Ruy Sánchez, Christopher Domínguez Michael y Pablo
Soler Frost.
Nota bene: una versión más refinada fue publicada en el
suplemento cultural de La Jornada: “Nostalgia del lodo”, en La Jornada Semanal, México, abril 7, Núm. 944, 2013, p. 11.
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