DECÁLOGO DEL NOVELISTA INICIADO
Rocío Contreras
Primero.
Piensa en la
historia que quieras contar y cómo la quieres hacer (cuantas veces sea
necesario). Si en estos pensamientos no hay variaciones, ten por seguro que es
ésa la que debes escribir y no otra. Esbózala en tu mente y luego esquematiza
las partes que la constituirán según tu cosmos imaginativo (personajes,
escenarios, tiempo, lugar, etcétera).
Segundo.
Fíjate como meta:
“Contar una historia. Escribir mi novela.” Usa el posesivo mi para referirte a
ella, pues es tu propia obra creativa, no la subestimes. Para narrar con
autenticidad es necesario tener claras “las formas” que elegiremos para
hacerlo.
Tercero.
El novelista es un
dios creador de mundos ficticios. Puesto que su creación no es perfecta, dedica
más de siete días para acabarla. Aún cuando sabe que no es un ser divino, ayuna
y permanece en vigilia toda la noche.
Cuarto.
La historia que vas
a contar llega como la enfermedad que no buscaste pero es tuya porque la
tienes. Se apropia de ti y la aceptas, aprendes a vivir con ella, a correr los
riesgos del tratamiento. Comienza a escribir la hoja en blanco: sólo hasta
cuando logres la satisfacción de haber dicho lo que planeaste, descansa.
Quinto.
Ignora todo acto
proveniente del mundo exterior, pero no rehúyas a la realidad. Continúa
escribiendo aun a pesar de las venturas y desventuras de la vida; si algo fuera
de lo que la gente llama realidad sirve para alimentar tu creación,
aprovéchalo.
Sexto.
No te auto flageles
con críticas anticipadas, menos antes de haber concluido el primer capítulo. La
secuencia entre cada uno es la culminación de tu novela. Aprópiate de la voz de
tus personajes.
La sencillez del
lenguaje disminuye las enmiendas ortográficas.
Séptimo.
Lee mucho y escribe
más. La calidad de tu obra no radica en la cantidad de páginas que escribes.
Una escritura madura se alcanza en el mismo ejercicio constante. Retroalimenta
tu texto con la lectura comentada por otros creadores.
Octavo.
Lo que escribas debe
estar bien dicho. No fuerces las palabras, ni con el fin de adornar, ni con el
de llenar el último espacio de la página. Usa la imaginación para hacer creíble
lo que cuentas. Cada escritor tiene su propio proceso de escritura, respeta el
tuyo.
Noveno.
En primer lugar, usa
tus ojos de autor para leerte con juicio, no pases desapercibidas las faltas
que encuentres. En segundo, los ojos de lector, éstos calibran los elementos
que conforman tu obra. La verdadera escritura es la corrección.
Décimo.
Concluye el último
capítulo con un final inesperado. Sal de tu cosmos y vuélvete al mundo real
apartándote de lo que escribiste. Cuando haya pasado la emoción de haber creado
tu propia novela, es tiempo de regresar al texto: lee y relee, una a una, de
inicio a fin, cada cuartilla; detalla y cambia las partes faltantes y sobrantes
de tu obra. Reescribe hasta quedar complacido.
Fuente: María del Rocío Contreras Cruz, “Decálogo del novelista iniciado”, en “El Viaje”, tesis de licenciatura
en Creación Literaria, México, uacm,
2012, ff. 105-107.
De izquierda a derecha, el sínodo conformado por Adriana Azucena Rodríguez, Armando Alanís, Héctor Carreto y JP. Rocío Contreras, recién examinada, viste de morado.
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