viernes, 10 de agosto de 2012

DECÁLOGO DE LA NOVELA

DECÁLOGO DEL NOVELISTA INICIADO

Rocío Contreras

Primero.
Piensa en la historia que quieras contar y cómo la quieres hacer (cuantas veces sea necesario). Si en estos pensamientos no hay variaciones, ten por seguro que es ésa la que debes escribir y no otra. Esbózala en tu mente y luego esquematiza las partes que la constituirán según tu cosmos imaginativo (personajes, escenarios, tiempo, lugar, etcétera).

Segundo.
Fíjate como meta: “Contar una historia. Escribir mi novela.” Usa el posesivo mi para referirte a ella, pues es tu propia obra creativa, no la subestimes. Para narrar con autenticidad es necesario tener claras “las formas” que elegiremos para hacerlo.

Tercero.
El novelista es un dios creador de mundos ficticios. Puesto que su creación no es perfecta, dedica más de siete días para acabarla. Aún cuando sabe que no es un ser divino, ayuna y permanece en vigilia toda la noche.

Cuarto.
La historia que vas a contar llega como la enfermedad que no buscaste pero es tuya porque la tienes. Se apropia de ti y la aceptas, aprendes a vivir con ella, a correr los riesgos del tratamiento. Comienza a escribir la hoja en blanco: sólo hasta cuando logres la satisfacción de haber dicho lo que planeaste, descansa.

Quinto.
Ignora todo acto proveniente del mundo exterior, pero no rehúyas a la realidad. Continúa escribiendo aun a pesar de las venturas y desventuras de la vida; si algo fuera de lo que la gente llama realidad sirve para alimentar tu creación, aprovéchalo.

Sexto.
No te auto flageles con críticas anticipadas, menos antes de haber concluido el primer capítulo. La secuencia entre cada uno es la culminación de tu novela. Aprópiate de la voz de tus personajes.
La sencillez del lenguaje disminuye las enmiendas ortográficas.

Séptimo.
Lee mucho y escribe más. La calidad de tu obra no radica en la cantidad de páginas que escribes. Una escritura madura se alcanza en el mismo ejercicio constante. Retroalimenta tu texto con la lectura comentada por otros creadores.

Octavo.
Lo que escribas debe estar bien dicho. No fuerces las palabras, ni con el fin de adornar, ni con el de llenar el último espacio de la página. Usa la imaginación para hacer creíble lo que cuentas. Cada escritor tiene su propio proceso de escritura, respeta el tuyo.

Noveno.
En primer lugar, usa tus ojos de autor para leerte con juicio, no pases desapercibidas las faltas que encuentres. En segundo, los ojos de lector, éstos calibran los elementos que conforman tu obra. La verdadera escritura es la corrección.

Décimo.
Concluye el último capítulo con un final inesperado. Sal de tu cosmos y vuélvete al mundo real apartándote de lo que escribiste. Cuando haya pasado la emoción de haber creado tu propia novela, es tiempo de regresar al texto: lee y relee, una a una, de inicio a fin, cada cuartilla; detalla y cambia las partes faltantes y sobrantes de tu obra. Reescribe hasta quedar complacido.

Fuente: María del Rocío Contreras Cruz, “Decálogo del novelista iniciado”, en “El Viaje”, tesis de licenciatura en Creación Literaria, México, uacm, 2012, ff. 105-107. 


De izquierda a derecha, el sínodo conformado por Adriana Azucena Rodríguez, Armando Alanís, Héctor Carreto y JP. Rocío Contreras, recién examinada, viste de morado.


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