El microrrelato que se practica en nuestras latitudes ha llegado a un punto culminante de su arraigo. Cimas conquistadas por género son las varias antologías dispersas por las regiones de Hispanoamérica que espigan sobre temas como la infancia, la violencia de género, los pecados capitales, los fantasmas, la animalia fantástica o el bestiario naturalista, incluso la compilación del ejercicio escritural de un taller virtual, como fue la selección emprendida por Alberto Chimal en Historias de las Historias, nacidas y tallereadas en su bitácora electrónica.
El libro de los seres no imaginarios (Minibichario), sigue esta estela de los libros colectivos, ejecutado por la batuta virtuosa de José Manuel Ortiz Soto, médico pediatra que en sus ratos libres anima blogs literarios y esculpe la piedra dura del cuento breve entre niño enfermo y paciente curado. En ese ínterin se asoció a los fotógrafos naturalistas Enrique Ramírez García, Beatriz Hernández Meza y Alejandro Boneta, a su manera exploradores de los habitantes de los mundos mínimos, que son los ácaros, esos bichos no siempre microscópicos que residen también en el mundo, huéspedes de nuestras casas y animadores de las pesadillas que irrumpen en los sueños.
José Manuel, en acuerdo con los fotógrafos, seleccionó y repartió las imágenes fotográficas entre la grey microficcionista, para que las consideraran como un estímulo de escritura. El medio centenar de cultivadores de mundos mínimos, terminado su trabajo, se lo mandó al antólogo para su ponderación, que consideró necesario un tallereo, trabajo literario por el que se desprendieron observaciones, enmiendas y hartas porras. El trabajo más arduo fue convencer al editor, quien después de levantarse las solapas, accedió a publicar el Minibichario.
El resultado final está sobre mi mesa. Un libro elegante, hermoso a la vista ilustrado a color, estampadas sus imágenes sobre papel couché, como corresponde a la invención fotográfica y la creación narrativa. La edición, salvando las erratas que todo libro exige en su arquitectura interior, es la adecuada. Asimismo destaca la generosidad del antólogo, al invitar al mismo ágape tanto a novísimos narradores (David Baizabal, Amaranta Caballero, Laura Elisa Vizcaíno et al.) como a los maestros del género (Agustín Monsreal, Guillermo Samperio, Norberto de la Torre), hospitalidad señalada por la prologuista, Lucila Herrera. Agrego otro detalle no menor, que navega a contra corriente del tan cacareado y vilipendiado centralismo: la procedencia regional de los escritores, asentados en los más variados estados de la república literaria, pues se domicilian tanto en Tijuana como en Mérida, en Tabasco como en el Estado de México.
El tiraje de un millar de ejemplares, que espero colme la demanda de los adictos al género en corto tiempo, y la elocuente portada, tan distintiva del sello de Ficticia, me hacen envidiar a los autores seleccionados y azotarme la cabeza contra la pared y maldecir mi desidia, por no haber enviado mi cuento “Vida de la mosca” —véase la entrada del 7 de agosto, “Con el gol en la frente (ii)”—, ilustrado por una horripilante mosca atrapada por la lente de Beatriz Hernández Meza, y protagonizado por este animal esencialmente literario, tan monterroseano, que pulula tan campante entre las prosas de don Augusto, como las prostitutas, las causas perdidas y las sirvientas.*
José Manuel Ortiz Soto (antólogo), El libro de los seres no imaginarios (Minibichario), fotografías de Enrique Ramírez García, Beatriz Hernández Meza y Alejandro Boneta, prólogo de Lucila Herrera, México, Ficticia, 2012, 93 pp. (Biblioteca de Cuento Contemporáneo)
* Una versión enriquecida de la reseña apareció hoy en la Internacional Microcuentista, gracias a la generosidad de Martín Gardella y Esteban Dublín, sus animadores.
3 comentarios:
Gracias, maestro Javier Perucho, por esta reseña; esperamos que en un futuro su mini La mosca sea parte de este proyecto, como estaba contemplado.
Un abrazo.
Qué buena crónica! Y qué bueno debe ser el libro! Felicitaciones José Manuel y todos los que participaron. Espero que lo podamos conseguir en España pronto.
Bien por todos los escritores, por José Manuel Ortíz Soto y por la editorial Ficticia.
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