Lauro
Zavala me escribe desde México: “Javier, disfruta tu estancia en Chile, un país
donde la gente habla con entonación cariñosa, las banquetas son muy
amplias, el transporte público se desliza con suavidad, y los estudiantes
universitarios se organizan para exigir una educación más justa. Los libros
para niños son muy originales y el paisaje es sorprendente. ¿Estás tomando
fotos para subir a tu blog?” (22 de
abril de 2012, 12: 50: 42 am). Naturalmente, le respondo, pasa a verlas.
Despierto
en la mañana del domingo, recorro las cortinas de mi habitación y, apenas miro
el paisaje de la plaza central, salgo corriendo a embullirme de neblina.
Intensa, a ras de suelo y sobre el firmamento, una cortina manto embruma el
horizonte.
No sé
cuál sea la temperatura exterior, pero apenas transcurre media hora cuando ya
debo volver al hotel, pues aunque camino aprisa, el frío me hace temblar, los
tenis están húmedos y el viento azota con ráfagas heladas. Así que dejo la
aventura para otro momento más cálido y regreso a cambiarme de ropa, un baño
caliente y tazas de café en ebullición.
Ayer
en cambio, tuvimos un sol esplendente, que permitió un asado en una casa situada
en Springhill, a las afueras de Concepción, un barrio de clase media de altos
contrastes sociales. Los anfitriones, Paulina Barrenechea y Pablo Angulo, se
descocían en atenciones, alimentando la charla sobre el tiempo mexicano de ella,
que por allá unos años; sobre los estudios culturales, los de él, que indaga los
meandros de una revista cultural; sobre el tiempo actual chileno, para toda la
mesa. Por la mano diestra de David, comimos el asado; por la discreta de Romy,
la tardeada transcurrió amenamente.
Media
hora antes del ocaso nos fuimos a una laguna cercana para que pasearan los
hijos de mis anfitriones, Sofía Montserrat; el hijo de Romy, se llama Pablo, y
el visitante pudiera conocer un pedacito del “paisaje sorprendente” chileno.
Volví
al hotel con el tiempo justo para platicar con Nubia, mediante una telellamada,
a quien le festejaron en familia su cumpleaños con una fiesta donde, me cuenta,
estuvieron sus amigas y amigos de la escuela, primos y primas adorados, tías y
tíos predilectos, abuelas maternales.
Corazón,
otro día, otro año más contigo. Felicidad en el año ocho de tu vida.
Por otra parte, los talleristas del seminario afinan su lápiz. Véanse los tres ejemplos siguientes generados a partir de dos estímulos de escritura (violencia y lolitas):
Por otra parte, los talleristas del seminario afinan su lápiz. Véanse los tres ejemplos siguientes generados a partir de dos estímulos de escritura (violencia y lolitas):
NO ME
VA A CREER
Elisa Morales Silva
Frente a él inclino mis rodillas, lloro,
ruego, imploro misericordia. Me quejo y le pido explicaciones, le suplico que
no me deje, que ya basta de tanto sufrimiento. ¿Por qué yo? ¡Quítame la vida!
Me mira con indolencia; veo la hora. Me voy rápido antes que Jesús llegue a la
casa y vea que no estoy. No me va a creer que estaba en la iglesia.
FANTASÍA
Carmen Gloria Tapia
Señorita Durán, ¡ya pasó el recreo, siéntese
aquí donde mis manos la vean!
PLACER
Pía Aldana
Intentó,
mas no pasó lo que esperaba. Curioso —dijo en voz alta— y volvió a probar, primero dos
veces con la palma de la mano, luego un par de veces más con el dorso,
finalmente con uno de sus hombros, el derecho, pero tampoco. Desalentada
retrocedió y evaluó las circunstancias, decidió entonces que había algo
distinto, que quizá eran esas ropas las que ya no le iban, sonrió y comprendió
todo. Ella, Alicia, no volvería a cruzar por el espejo.
Parque
Laguna Grande, San Pedro de la Paz.
Foto: Romy Garcés Hernández, periodista y profesora chilena.
Foto: Romy Garcés Hernández, periodista y profesora chilena.
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