Micrododecálogo de microficción
Gemma
Pellicer
1. Sé
tan breve e intenso como te exija el texto. Esta lección la aprendí del
inconmensurable Monterroso.
2. De
igual modo, muéstrate sinuoso como Horacio Quiroga, Juan Rulfo y José María
Arguedas;
3. eficaz a la manera
en que Kafka o Cortázar se muestran en la exploración de sus mundos
fantásticos;
4. ingenioso como
Luisa Valenzuela, Eugenio Mandrini, Ana María Shua o Raúl Brasca.
5. Trata de mantener,
siempre que lo creas necesario, el sentido del humor, o la fina ironía, de José
María Merino; las resonancias de Luis Mateo Díez.
6. No desdeñes el
tono poético y visionario de Juan Ramón Jiménez, de Ramón Gómez de la Serna ni
de Lorca.
7. Las enseñanzas de
Montaigne u Oscar Wilde pueden serte útiles para pulir el lenguaje.
8. Aspira siempre a
conquistar la humanidad de un Shakespeare, Lope o Cervantes.
9. Ama mientras
puedas las vanguardias, con su pretensión dinamitadora de inocular la
heterodoxia en el corazón de la ortodoxia. No desdeñes, sin embargo, los textos
clásicos, pues ellos son el verdadero semillero de la gran literatura.
10. Un microrrelato
no puede ser nunca un esbozo narrativo o un apunte de algo. Antes bien, todo
texto que aspire a alcanzar la respiración de este nuevo género debería
intentar condensar dentro de sí tantas significaciones como le permita su trama.
Recuerda que cuentas con la gran ventaja de la brevedad. Aun cuando la
polisemia —la ambigüedad— pueda enriquecer o confundir argumentos y sentidos,
debes correr ese riesgo. Del talento del narrador —y del lector— dependerá que
la pieza alce el vuelo, o se estrelle con estrépito y quebranto de huesos.
11. Si una narración
admite, favoreciéndolas, dos, tres, cinco lecturas, no lo dudes: has dado con
El Aleph del género, momento en el que a los demás narradores breves no nos va
a quedar más remedio que felicitarte, mientras te sacudes de encima, aliviado,
este pretencioso micrododecálogo. Es muy probable que sólo entonces logres
escribir sin miedo, aspiración irrenunciable en todo escritor —extenso o breve—
que se precie.
12. Sería una
injusticia olvidarse de Arreola, de Max Aub, de Ana María Matute, de tantos
otros.
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