Dodecálogo
En las espaciaturas e intersticios del
microrrelato, la belleza y la perfección desnudan sus atributos.
A pesar de la acendrada humildad de un
microrrelato, su trama se acuña con maestría.
La aparición de lo fugitivo encuentra su
condensación en un microrrelato.
La novela de una vida desvela en el
microrrelato una de sus tribulaciones.
El horror, la belleza y el mal también
caben en un microrrelato. No sólo el aroma de las estrellas, la luz de las buganvilias
o el aullido del asesino emboscado en la penumbra de los callejones.
En el microrrelato también se teje con
novelerías. Don Augusto vislumbró la trama del tejido con El Dinosaurio.
Las nubes que deambulan por el cielo
intuyen el destino de un microrrelato.
Un cuchillo frío que rasga la carne, un
secreto susurrado mientras el nocturno de amor agoniza, una confesión y su
culpa, desembocan en el magma de todo microrrelato.
Como se hurga entre los escombros o las
migajas de la basura, así se escruta en el alma de los hombres con cuyos restos
se adoquinan los microrrelatos.
Los fantasmas que se configuran en el
alma se domestican en el microrrelato, su hábitat natural. Luego de
convocarlos, cabe la esperanza de su pacificación.
O bien, ya reunidas tales presencias
abisales habrá que cantarles su desamparo y la oscuridad a la que nos han arrojado.
Nunca habrá más luz ni menos oscuridad que cuando interpelamos su presencia.
Nota bene: Omnis relatus ex relatu venit = Todo relato procede de otro
relato.
Enjambre de historias, México, UNAM-Naveluz, 2015, 75
pp. (Mandrágora)
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