miércoles, 5 de agosto de 2015

DE TRITONES A TRITONES

CAPACIDAD DE ENGAÑO

Roberto Abad

Me di a la tarea de contar el número de seres marinos que tenía aquella costa. A las horas me encontré con un grupo de sirenas que cuchicheaban cerca del muelle, refugiadas en la parte de abajo. Quise acercarme, pero me tentó la idea de observarlas primero. Con la curiosidad de quien no cree en estos personajes mitológicos, registré en mi libreta su apariencia estilizada. Me observaban cada que volvía la vista. Una de ellas sonrió. Más por educación que por empatía, hice lo mismo. Las demás se rieron también, agitando la cola y las aletas, seduciendo al observador. Me apenó ser víctima de su hermosura. Conté: eran once en total. Pensé que sería interesante tenerlas en una especie de harén. Las imaginé a mi servicio en una tina gigante, removiendo el agua y la espuma con sensualidad. 
Al volver a la libreta, se habían ido y restaba sólo una, la más alegre. Me acerqué a entrevistarla, pero me abordó: ¿qué te trae a estas aguas, guapo?, dijo enseguida, con una voz rasposa, que no encajaba con su apariencia. Entonces supe que no era una sirena, sino una imitación pesimamente lograda, que ni siquiera al género correspondía. Igual le hice una pregunta: ¿por qué engañas haciéndonos creer que eres una de ellas? Da igual, contestó, algunos prefieren a los tritones. Y se alejó saltando por las olas.


Roberto Abad, Orquesta primitiva, México, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015.

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