CAPACIDAD DE ENGAÑO
Roberto Abad
Me di a la tarea de contar el número de seres marinos que
tenía aquella costa. A las horas me encontré con un grupo de sirenas que
cuchicheaban cerca del muelle, refugiadas en la parte de abajo. Quise
acercarme, pero me tentó la idea de observarlas primero. Con la curiosidad de
quien no cree en estos personajes mitológicos, registré en mi libreta su
apariencia estilizada. Me observaban cada que volvía la vista. Una de ellas
sonrió. Más por educación que por empatía, hice lo mismo. Las demás se rieron
también, agitando la cola y las aletas, seduciendo al observador. Me apenó ser
víctima de su hermosura. Conté: eran once en total. Pensé que sería interesante
tenerlas en una especie de harén. Las imaginé a mi servicio en una tina
gigante, removiendo el agua y la espuma con sensualidad.
Al volver a la libreta, se habían ido y restaba sólo una, la más alegre. Me acerqué a entrevistarla, pero me abordó: ¿qué te trae a estas aguas, guapo?, dijo enseguida, con una voz rasposa, que no encajaba con su apariencia. Entonces supe que no era una sirena, sino una imitación pesimamente lograda, que ni siquiera al género correspondía. Igual le hice una pregunta: ¿por qué engañas haciéndonos creer que eres una de ellas? Da igual, contestó, algunos prefieren a los tritones. Y se alejó saltando por las olas.
Al volver a la libreta, se habían ido y restaba sólo una, la más alegre. Me acerqué a entrevistarla, pero me abordó: ¿qué te trae a estas aguas, guapo?, dijo enseguida, con una voz rasposa, que no encajaba con su apariencia. Entonces supe que no era una sirena, sino una imitación pesimamente lograda, que ni siquiera al género correspondía. Igual le hice una pregunta: ¿por qué engañas haciéndonos creer que eres una de ellas? Da igual, contestó, algunos prefieren a los tritones. Y se alejó saltando por las olas.
Roberto Abad, Orquesta
primitiva, México, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015.
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