El jueves 29 de agosto asistí como lector de la tesis
“Dejaron de ser niños para ser unos pinches chamacos. La violencia infantil y
juvenil en el cuento mexicano contemporáneo”, que expuso y defendió con enjundia
crítica Leticia García López, estudiante de la uacm
en la licenciatura de Creación Literaria. Su tema de investigación, la
violencia ejercida por infantes, niños y preadolescentes en la cuentística
mexicana reciente, no sólo es original y propositivo, sino también esclarecedor
en una circunstancia social terrible como la mexicana, donde el niño sicario se
ha convertido en una institución más del tejido social.
Tal como documenta Leticia, quizá la literatura se haya
adelantado a la configuración de la realidad por primera vez en la historia de
este país, pues los cuentos que analiza la sustentante se publicaron hace dos décadas,
es decir, antes de que salieran a la luz pública los casos de niños asesinos a
sueldo que el narcotráfico y las mafias han alimentado para sus propósitos. O
los que sin motivación aparente asesinaron a su familia.
Cinco relatos de igual número de autores tienen su
ponderación literaria, responden a las plumas de Mónica Lavín, Francisco
Hinojosa, Xavier Velasco, Antonio Malpica y Alberto Chimal: la ronda de
generaciones, la vuelta de tuerca de la violencia, el retorno del mal en estos
auténticos héroes de la inocencia perdida.
El añejo binomio literatura y violencia sustenta temas,
tramas y traumas sociales entre nuestras literaturas, incluso conjeturalmente podría
hacerse una división general de las formas de violencia que se encuentran documentadas
en los cuerpos narrativos presentes o pasados: doméstica, física, psicológica,
simbólica, estatal —ejercida
legítimamente por el Estado—
e incluso cataclísmica —por
la desaforada templanza de la Naturaleza—
y revolucionaria —por
bandos en pugna, como en Los de abajo: los
ejércitos rebelde y federal.
La violencia, cualesquier tipos de violencia, ejercido por
niños, infantes o chamacos, había pasado desapercibida por la crítica, tal vez porque
no había sido un fenómeno recurrente en la sociedad, pero el tiempo nos ha
alcanzado y ya tiene su representación en el cine mexicano –nomás recuerden Los bastardos–, en el estadounidense ni
se diga, donde podríamos entretejer un ensayo extenso con esta problemática. Afortunadamente
llegó Leticia para enseñarnos a percibirlo y ponderarlo. De estas minucias literarias
ayer parlamentó Leticia García López durante su examen profesional.
Los “pinches chamacos” ya nos esperan, pues en ningún cuento
analizado, estos “ángeles terribles” recibieron un castigo, una pena o sanción
por el crimen cometido. La impunidad se finca en su reino de ficción. ¿O será
la realidad social lo que posibilita la falta de sanción?
Enhorabuena, Leticia, por la nueva cima conquistada.
Leticia García López,
“Dejaron de ser niños para ser unos pinches chamacos. La violencia infantil y
juvenil en el cuento mexicano contemporáneo”, tesis de licenciatura en Creación Literaria, México, uacm, 2013, 150 ff.
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