En la década de los sesenta seríamos una parvada de jipies viajando en un destartalado autobús florido, pero ya instalados en la centuria somos un grupo diverso integrado por varias generaciones de músicos, pintores, escritores, cantantes, dramaturgos y “oyentes” que viajan a la Huasteca potosina en pos del Segundo Encuentro Internacional Surrealismo Hoy realizado en Xilitla, lugar de caracoles en náhuatl, según me informaron varios pobladores nativos, pronunciando la toponimia con “j”. El viaje de esta tribu descalza fue comando por Fernando Betancourt, nuestro anfitrión potosino, quien resolvió cada uno de los imponderables del encuentro con madurez y sabiduría.
El trayecto nos ocupó entre ocho y nueve horas de camino, no porque se encuentre muy lejos el mágico poblado, sino por el camino sinuoso y serrano del trayecto carretero, aparte de que al volante lo mandataba un chofer novato para un camino tan espinoso, laberíntico, además de acuoso.
Previo a abordar el camión, conozco a Michael Pfister, suizo residente en México por su año sabático, traductor al alemán del marqués de Sade, cuya novela libertina Justin le ocupó diez volúmenes en la edición alemana. A él y su amigo les llevó diecisiete años terminarla. Por su reseña, entiendo que aparte de la biografía del autor, acompañan a dicha novela estudios críticos, ilustraciones y demás documentos para disfrutar tanto la novela como explicar al divino marqués.
El trayecto lo ocupamos en la tertulia, desarreglar como siempre es habitual el mundo y otros menesteres, que me ayudaron a informarme de cultura alemana, literatura suiza, corregir mi pronunciación barbárica del alemán —soy aprendiz del nivel I— y familiarizarme con la idiosincrasia helvética.
Al fin llegamos el miércoles por la tarde, y luego de soltar el aturdimiento y el azoro de vernos abandonados a nuestra suerte en una tierra ignota, un alma caritativa nos llevó a un restaurant por unos tacos, quise decir, unos guisos sin gastronomía. Luego nos instalaron en nuestros respectivos hoteles, pues los invitados sumábamos una cuarentena. Más tarde la tertulia se prolongó como es habitual hasta la madrugada por la charla, la situación del país, nuestros proyectos y demás asuntos mundanos que se tratan entre amigos.
El jueves a la mañana empezó el encuentro al que fuimos convocados, el Segundo Encuentro Internacional Surrealismo Hoy, donde fueron abordados temas tan caros a esa vanguardia, sus repercusiones en el arte actual y asumida herencia cultural. Del día destacó la proyección del documental de Javier Espada, El último guión, que narra de viva voz la presencia de Luis Buñuel en diferentes escenarios, países y espacios, testimoniados por diferentes personalidades, pero guiados por Jean Claude Carrière, su guionista en varios proyectos fílmicos. Por los testimonios recogidos, la selección rica de la iconografía, la novela familiar de don Luis y los pasajes explicados, la película se convierte en un material necesario para explicarnos al Buñuel cineasta.
Como parte del congreso se verificó al día siguiente el homenaje al escritor Francisco Tario, El equinoccio de Xilitla, para conmemorar el centenario de su nacimiento, donde intervinieron el editor guatemalteco afincado en México, Carlos López, el narrador Mario González Suárez, prologuista de la cuentalia del homenajeado, y este tecleador, quien expuso una “Endemia del escritor raro”, de pronta aparición en el Miretario.
Por la tarde del jueves se realizó una charla no carente de interés, “La mujer en el surrealismo”, donde un panel compuesto por tres investigadoras del arte expusieron con ilustraciones sus particulares perspectivas de género sobre una temática importante para la vanguardia, sus artífices, parejas, musas, símbolo y leitmotiv del arte pictórico surrealista.
El viernes la primera conferencia abordó el tema de la violencia y el surrealismo, que despertó mucho entusiasmo entre los asistentes y el público, pues la mesa estaba integrada además por los poetas Ignacio Betancourt, Eduardo Milán y Eduardo Vázquez Martín, quienes desde su entusiasmo y saber crítico expusieron la relación connatural del binomio, además de su relación con el país violento y el régimen. Las intervenciones de los asistentes fueron las más copiosas del encuentro. Por la tarde se realizó otra mesa memorable sobre el surrealismo en las artes, donde Aldo Rodríguez, músico y locutor de radio en su natal Culiacán, ilustró con detalle la influencia de la última vanguardia en la música orquestal; de particular interés para mí fue la emisión sonora de la Gnossienne, por su abrumadora belleza musical y brevedad sonora. Gustó sobremanera la exposición que planteó Javier Espada, virtual director de la casa Buñuel en México pronta a inaugurarse, quien en su recorrido por el cine internacional ilustró a los concurrentes con segmentos fílmicos entresacados de la filmografía francesa, norteamericana, mexicana y española, entre otras, las formas, imágenes y directores que abrevaron en la abigarrada imaginería surrealista. Hasta aquí el encuentro. De Las Pozas, asiento natural de la imaginación surrealista, vendrá otra estampa, al igual que la descripción de Xilitla, por ser un lugar hospitalario, por su clima benigno, flora inacabable y don de gentes de sus habitantes exige que le rinda una atenta crónica a la majestad de su paisaje.
En el orden desacostumbrado: JP, Mario González Suárez y Carlos López. Fotografía de Fernando Betancourt.
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