miércoles, 8 de julio de 2009

INTRODUCCIÓN A LA SIRENOLOGÍA

LA SIRENOLOGÍA
En homenaje al doctor Francisco González Crussí




Un par de disciplinas han aparecido recientemente en los estudios literarios. Es decir, a partir de ahora y desde esta mesa. Una recibió arbitrariamente el nombre de nanoliteratura, y la otra, sirenología, denominación igualmente azarosa. Su postulante es quien balbucea estas palabras en la requerida presentación social para explicarla con un tratado sobre las sirenas: Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el microrrelato mexicano. Una parte de dicho tratado se desgaja de este manual de fantasías marinas. Su antecedente académico se localiza en Ocaso de sirenas, esplendor de manatíes, del no siempre bien ponderado Jorge Durand, escritor peruano radicado en el país y emérito egresado del Colegio de México con ese libro que en su origen remoto fue su tesis doctoral, auspiciada por el sabio Alfonso Reyes.
La primera se encarga del estudio de las musas menores que encuentran su más sólida expresión en el salmo, el apotegma, la parábola, el cuento brevísimo, la greguería, el aforismo, el poema en prosa y demás formas artísticas de la tradición literaria cuyos atributos se encuentran en la brevería cuentística. Por su parte, la segunda, también fenómeno novedoso de la ciencia literaria, resuelve en las múltiples apariciones de la sirena, que se localizan en el arte antiguo y moderno, su objeto de estudio. Único de su tipo, ciertamente, pues las ciencias de la literatura se centralizan en los géneros, los autores, las corrientes o las épocas, pero no suelen concentrarse en la aparición, rastreo, documentación y análisis de los motivos literarios heterodoxos. En la actualidad, los más heterodoxos estudios literarios o culturales desmenuzan los mitos, la utopía, la mafia; en fin, los temas que se localizaban en la periferia de la documentación científica.





En los márgenes de los estudios literarios, la sirenología encuentra sustento en la recopilación, sistematización y estudio de esta figura mitológica de aparición tan arraigada en el microrrelato hispánico como la misma paráfrasis narrativa del Dinosaurio, el Quijote, Odiseo, Sherezada o los fantasmas, prototipos literarios que han parodiado los escritores en el último siglo. Aunque su objeto de estudio es la sirena, fauna del imaginario con características marinas y terrenales, de humana apariencia a partir de su torso; con semblante de pescado desde las corvas a la cauda, persigue la duda que atormente a los hombres de letras desde Homero, Dante y Joyce, ¿la música de las sirenas es una melodía?, ¿la vocalización de un secreto?, ¿o una revelación del más allá?
Animal receptor de mitos, emblemas y símbolos. El tratado sobre las sirenas alude a los símbolos y atributos adquiridos en el relato liliputiense, pues emerge de la prosa, aunque la poesía no le ha sido un cuerpo ajeno en sus apariciones. La sirena es una figura natural de la seducción, un animal anfibio que recorre la tierra convertida en hermosura y emerge del mar de los bestiarios con su doble ser de renacuajo y fémina. Su condición arrastra la metamorfosis del sujeto; en tanto símbolo suele expresar una renuncia a la tentación dispuesta en el cuerpo y canto de las sirenas, a los que Ulises renunció adoquinándose los oídos y atándose taimadamente al mástil de su barco marinero. En los cuentos didácticos, forma parte de una lección recubierta de moraleja.
La sirena es un personaje en ascenso socio literario, pues de asumir una figura secundaria en cierto episodio único, logró remontarse a un papel protagónico en el relato hispanoamericano, al que además se le asigna el paradigma de la belleza aunque también, misterios de la literatura, encarna las representaciones del mal, sobre todo en los mitos y creencias populares. En el relato homérico formó parte de un rito de inicio a la vida adulta, prueba en la forja y temple del héroe.
De aquí se deriva que, como objeto del deseo, sea inasible e inalcanzable, por lo tanto la sirena está condenada a ser una expresión desiderativa, pues el amado no encontrará en ella su realización amorosa, más que en las veleidades de la prosa.
Así expuesta la disciplina, la sirenología encuentra su mejor estudio en la recopilación laboriosa de Yo no canto, Ulises, cuento…
Dejo en sus manos y en el centro de sus ojos para su regocijo y deleite el primer sirenario en español que documenta las muy amenas apariciones de la sirena en la narrativa mexicana del siglo XX.




Nota bene: imágenes sobre la sirena de Herbert James Draper y Fredericksen Waterhouse ilustran esta entrada.

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