jueves, 12 de marzo de 2009

Carta abierta

Mariana,

hasta leer tu correo, nunca antes había pensado en el “tono confesional” de los blogs en general, o del mío en particular. Sólo me siento, escribo, corrijo, edito y “subo” el texto. Tan tan. Naturalmente, ese automatismo descarta toda consideración sobre la estética y demás valores artísticos de la escritura virtual. Sólo escribo como demanda. ¿De quién? Personal.
En tanto editor de mí mismo, coloco en la bitácora correspondencia, inéditos, aforismos, imágenes fijas —muy pronto en movimiento—, reseñas, ensayos largos, sandeces y cualquier otro aparato textual que no tiene cabida en los libros, propios o ajenos, y en los diarios y revistas. Su público inmediato son mis cuates, mis alumnos y los internautas con zapping digital, ese mal tan nuestro.
Qué formas de la trascendencia pueden derivarse de un inédito, que a fin de cuentas en eso consiste una bitácora digital como el blog. Un cuaderno de apuntes, una bitácora personal de escritura, la ruta de nuestras navegaciones, como bien escribes.

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