Tarde pero seguro. Acabo de leer tu libro el que, por cierto, disfruté. Fue una agradable sorpresa, además, constatar que algunas de tus ideas coinciden con las mías. La primera sobre la brevedad (el conteo de palabras) como criterio para definir la microficción. Ya en los prólogos de mis primeras antologías (Dos veces bueno, 1996 y Dos veces bueno 2, 1997), rechazo semejante simplificación. Luego coincido en que “cuento brevísimo” no fue inventado por mí sino utilizado mucho antes en la revista El Cuento, cuyo Certamen de Cuento Brevísmo gané dos veces, y de la que tomé la denominación. Lauro me lo adjudicó seguramente por error. De todos modos, hoy rechazo toda denominación que contenga la palabra “cuento”, porque se presta a confusión. Utilizo “microrrelato” para las piezas que contienen algún elemento narrativo y “microficción” como denominación general. “Microficción” es, para mí, sinónimo del más extendido “minificción”, el que me suena a “minifalda”, “minibacha” (minibombacha, minicalza, o como ustedes los mexicanos las llamen), “minipimer”, “minicomponentes”, y otros adminículos de vestir o electrodomésticos, analogía que refuerza la imagen del género como escritura trivial. Vi que también usas “microficción” sobre el final de tu Estudio preliminar y también en el Epílogo. Bravo. La insistencia en exigir lo narrativo dejaría afuera piezas como “Mariposa” de Salvador Elizondo (ese bello recorte publicado reiteradamente por El Cuento) y “Justificación de la mujer de Putifar”, de Marco Denevi, entre otros, a lo que no estoy dispuesto: por eso lo de “microficción”. También coincido en la definición, aunque yo cargo más las tintas en el carácter súbito de estas piezas, no como epifanía, sino como un estallido de sugerencias frecuentemente ligado al planteamiento, resolución o imposibilidad de resolución de una ambigüedad cuidadosamente calculada También, contra lo practicado hasta hoy, pienso que los próceres del género hay que buscarlos en las hemerotecas. Yo ya lo he hecho en mis antologías, donde he saqueado con la mejor intención El Cuento, Ekuóreo, Eureko, A la topa tolondra y Puro Cuento (citando siempre la fuente). Te agradezco que cites Antología del cuento breve y oculto porque continúa una tradición desdeñada, la de los recortes, iniciada por Borges y Bioy Casares en Cuentos breves y extraordinarios y continuada por Valadés en El libro de la imaginación. En estos días verá la luz La flor del día. Trofeos de la lectura que también está en esa línea y que compilé con Luis Chitarroni. He dedicado un artículo reciente a este tema, pero aun no fue publicado. Te enviaré La flor del día cuando la tenga en mis manos. Me gustaría que tuvieras también Textículos bestiales. Cuentos brevísimos de animales reales e imaginarios, una suerte de bestiario mezclado con microrrelatos y hasta poemas. Creo que Lauro y Marcial lo tienen. Algo de lo mío está en mi página (aunque la parte de ensayo es la menos actualizada).
Por último, te diré que la antología me proporcionó nombres que no conocía y que extrañé otros (como siempre ocurre en las antologías). Tal el caso de Alejandro Aura, autor de piezas excelentes que el El Cuento publicó desde temprano. Mi propio libro de microficciones, Todo tiempo futuro fue peor, tiene dos ediciones que no sé si llegaron a México, la primera de Thule Ediciones (Barcelona, 2004) y la segunda de Mondadori-Sudamericana (Buenos Aires, 2006). Si no lo tienes intentaré también enviártelo. Felicitaciones, gracias por el envío y amistoso abrazo.
Raul Brasca,
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