martes, 17 de agosto de 2010

ACOSOS AL SEPTENTRIÓN

AVISO VICARIO


Como anuncia el cartel, seis investigadores que conocen la frontera por estudio, vivencia o experiencia hablarán en el ciclo Historia, Cultura y Narrativas de la Frontera México-Estados Unidos durante los miércoles de los meses por venir. El abanico de temas que se abordarán es amplio: arte, migración, historia, literatura y filosofía.
Durante mi participación expondré la presencia de los “indocumentados” en el cine de la última década y la literatura mexicana del siglo pasado. Dicha figura a veces se transmuta en chicano, pocho, pachuco o “mojado” en las cinematografías europea o estadounidense; otras, en mexicano en la narrativa fronteriza anglosajona.
En mi charla, como podrá constatar quien asista a esta primera jornada, los “ilegales” han colonizado el imaginario literario y cinematográfico. ¿Cuántos ejemplos bastarán para sustentar mi tesis? Norteado, Mi vida dentro, Los bastardos, Fuego, Los que se quedan, entre otras películas nacionales.

domingo, 15 de agosto de 2010

APOLOGÍA DE UN GÉNERO

EL BENJAMÍN DEL CUENTO

El microrrelato español encontró en Fernando Valls a su primer historiador y a su mayor apologista. A su vez, Latinoamérica encontró al antólogo del género practicado en las más recientes décadas por los microcuentistas, esos cultores de breverías.
En Soplando vidrio y otros ensayos sobre el microrrelato español (Madrid, Páginas de Espuma, 2008) Valls fijó las fuentes, los autores, los periodos, el corpus, un canon embrionario, las estrategias narrativas de una tradición literaria que se remonta al siglo XIX, si nos atenemos a la documentación probada que recolectó para establecer esta primera historia del género en España, entonces y ahora pionera en su naturaleza, pues no se disponía de ninguna investigación sistemática que entre sus propósitos acometiera el origen, la evolución y la permanencia de esta singular arquitectura literaria en la península. Previo a esta gran empresa de cultura literaria, formó una antología cuyo nombre fáunico capitaliza su naturaleza escurridiza, Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera (Barcelona, Montesinos, 2005) cuyos adelantos narrativos aparecieron mientras fue director de la afamada revista Quimera, en una de sus épocas de esplendor cultural, en el quinquenio 2001-2006, durante el cual escritores de las dos orillas atlánticas expusieron avances de su trabajo y dialogaron con sus pares europeos, además de fomentar la consolidación de nuevas voces, de aquí o de allá. A estas tareas de divulgador y analista literario, se aferra la estafeta del editor: Fernando dirige la colección Reloj de Arena (Palencia, Menoscuarto Ediciones) cuya diana se circunda por el cuento brevísimo, en la que han sido publicadas antologías, una teoría del microrrelato y las obras capitales de los autores señeros que han legitimado al género. Legitimado y legalizado además por los afanes académicos, tareas culturales, rescate y difusión del benjamín de los géneros, por labores y gracia de este apologista.
Consecuencia natural de tales afanes, apareció a inicios de este año centenario Velas al viento. Los microrrelatos de La Nave de los Locos. Siguiendo la misma estrategia de difusión privilegiada en Quimera, sólo que valiéndose de otro soporte de lectura, los microrrelatos amparados en esta antología fueron dándose a conocer en una bitácora que el historiador literario español (Almería, 1954) regentea en la blogósfera. Es probable que Velas al viento sea la primera antología en el reino literario que haya nacido en las entrañas de una bitácora electrónica, del blog que su autor auspicia desde hace un trienio en el ciberespacio, La Nave de los Locos: lanavedeloslocos.blogspot.com.
Valls congrega en este florilegio a ochenta autores procedentes de las diversas regiones hispánicas, del sur al norte americano hasta la península ibérica. Sus labores de compilación, crítica e historiografía encontraron aquí su consagración genérica, pues comulgan en sus más de trescientos folios los caudillos, los capitanes y los cadetes que con sus artificios han convertido al microrrelato en ese arte miniado de narrar el tránsito del hombre por las llanuras de la dicha y las estepas del dolor.
En medio de esa tropa marinera que navega por la libertad de las Velas al viento, agitan sus remos cuatro escritores mexicanos, hermanados en las tintas del microrrelato, para que ese barco poblado de locos lúcidos arribe a su puerto más seguro de las manos del lector y los felices ojos de su lectura.








Fernando Valls, Velas al viento. Los microrrelatos de La Nave de los Locos, Granada, Cuadernos del Vigía, 2010, 352 pp. (Cuentos del Vigía, 10)

viernes, 13 de agosto de 2010

MEXICANOS AL GRITO DEL ÁRBOL

PREMIO NOBEL DE ECOLOGÍA PARA UN MEXICANO 2010

Pocos lo saben, pero existe un premio tipo Nobel de Ecología. Este año lo ha ganado Jesús León Santos, de 42 años, un campesino indígena mexicano que ha estado realizando, en los últimos 25 años, un excepcional trabajo de reforestación en su región de Oaxaca, México. El nombre de la recompensa es Premio Ambiental Goldman.
Fue creado en 1990 por dos generosos filántropos y activistas cívicos Estadounidenses Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman. Consta de una dotación de 150.000 USD ($2,154,000 M.N.) y se entrega cada año, en el mes de abril, en la ciudad de San Francisco, California (Estados Unidos). Hasta ahora ha sido otorgado a defensores del medioambiente de 72 países. En 1991, lo ganó la africana Wangari Maathai, quien luego obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2004.
A Jesús León Santos se lo han dado porque, cuando tenía 18 años, decidió cambiar el paisaje donde vivía en la Mixteca alta, la “tierra del sol”. Aquello parecía un panorama lunar: campos yermos y polvorientos, desprovistos de arboleda, sin agua y sin frutos. Había que recorrer grandes distancias en busca de agua y de leña. Casi todos los jóvenes emigraban para nunca regresar, huyendo de semejantes páramos y de esa vida tan dura.
Con otros comuneros del lugar, Jesús León se fijó el objetivo de reverdecer los campos. Y decidió recurrir a unas técnicas agrícolas precolombinas que le enseñaron unos indígenas guatemaltecos para convertir tierras áridas en zonas de cultivo y arboladas.

¿Cómo llevar el proyecto a cabo? Haciendo revivir una herramienta indígena también olvidada: El tequio, el trabajo comunitario no remunerado. Reunió a unas 400 familias de 12 municipios, creó el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca (Cedicam), y juntos, con recursos económicos limitadísimos, se lanzaron en la gran batalla contra la principal culpable del deterioro: la erosión.
En esa región Mixteca existen más de 50.000 hectáreas que han perdido unos cinco metros de altura de suelo desde el siglo XVI. La cría intensiva de cabras, el sobre pastoreo y la industria de producción de cal que estableció la Colonia deterioraron la zona. El uso del arado de hierro y la tala intensiva de árboles para la construcción de los imponentes templos dominicos contribuyeron definitivamente a la desertificación. Jesús León y sus amigos impulsaron un programa de reforestación. A pico y pala cavaron zanjas-trincheras para retener el agua de las escasas lluvias, sembraron árboles en pequeños viveros, trajeron abono y plantaron barreras vivas para impedir la huida de la tierra fértil. Todo eso favoreció la recarga del acuífero. Luego, en un esfuerzo titánico, plantaron alrededor de cuatro millones de árboles de especies nativas, aclimatadas al calor y sobrias en la absorción de agua. Después se fijaron la meta de conseguir, para las comunidades indígenas y campesinas, la soberanía alimentaria. Desarrollaron un sistema de agricultura sostenible y orgánica, sin uso de pesticidas, gracias al rescate y conservación de las semillas nativas del maíz, cereal originario de esta región. Sembrando sobre todo una variedad muy propia de la zona, el cajete, que es de las más resistentes a la sequía. Se planta entre febrero y marzo, que es allí la época más seca del año, con muy poca humedad en el suelo, pero cuando llegan las lluvias crece rápidamente.
Al cabo de un cuarto de siglo, el milagro se ha producido. Hoy la Mixteca alta esta restaurada. Ha vuelto a reverdecer. Han surgido manantiales con más agua. Hay árboles y alimentos. Y la gente ya no emigra. Actualmente, Jesús León y sus amigos luchan contra los transgénicos, y siembran unos 200.000 árboles anuales.
Cada día hacen retroceder la línea de la desertificación. Con la madera de los árboles se ha podido rescatar una actividad artesanal que estaba desapareciendo: la elaboración, en talleres familiares, de yugos de madera y utensilios de uso corriente.
Además, se han enterrado en lugares estratégicos cisternas de ferro cemento, de más de 10.000 litros de capacidad, que también recogen el agua de lluvia para el riego de invernaderos familiares orgánicos. El ejemplo de Jesús León es ahora imitado por varias comunidades vecinas, que también han creado viveros comunitarios y organizan temporalmente plantaciones masivas.

Fuente: www.goldmanprize.org/theprize/about_espanol.

viernes, 6 de agosto de 2010

Unión por una reforma migratoria

Unión por una reforma migratoria

http://mexico.cnn.com/videos/2010/08/04/union-por-una-reforma-migratoria?sms_ss=google