lunes, 6 de julio de 2015

GOLWARZ, DOMICILIOS DEL OLVIDO

Confieso que me sometí a los yugos del libro físico desde las edades juveniles, por esta sencilla razón me cuesta trabajo zafarme de ellos cuando se trata de publicaciones digitales, aun más cuando tienen un costo. En ciertas ocasiones, me desprendo de este sujeciones para acceder a un tipo de lecturas que me invitan a despojármelo. Es el caso de la antología que preparó Hiram Barrios sobre un escritor que cohabita desde hace décadas en el ostracismo, Sergio Golwarz, de nacionalidad múltiple, aunque nacido en Suiza (Ginebra, 1904), radicado en Argentina y laborado en México hasta su deceso (1974). Por sus diversas profesiones, además de escritor, dramaturgo, periodista cultural, traductor, compuso música orquestal y delegó a la posteridad algunos descubrimientos e innovaciones tecnológicas.
Gotas tóxicas (México, Cuadrivio, 2014) se llama la espiga antológica preparada por Hiram, quien desde su cibercolumna, Contra el Olvido, hace tiempo adelantó una semblanza y un alegato para recuperar la obra literaria, el acervo musical y las empresas científicas de Golwarz. Así, recuperar a los marginales es uno de los empeños del más joven y audaz estudioso del aforismo mexicano, como lo ha demostrado en Lapidario. Antología del aforismo mexicano, 1869-2014 (en prensa), en los ensayos que dan consistencia a El monstruo y otras mariposas (México, Naveluz, 2013) y en su aforística, Apócrifo (México, e.a., 2014).
La introducción a Gotas tóxicas justamente empieza trazando las coordenadas de espacio tiempo para ubicar al escritor en su órbita histórico-literaria, luego expone el corpus que procede de unos cuantos libros transterrados de las bibliotecas, apenas accesibles por la existencia bendita de las librerías de viejo, que sin ellas dicho patrimonio literario no lo conoceríamos e irremediablemente ya se hubiera convertido en materia del polvo y el olvido. A mí me consta que Hiram busca tales libros envejecidos y polvosos en esos recintos del olvido. En estos mismos sitios encontré los ejemplares que amparan mi desnutrida y también polvosa biblioteca. Por él he tenido en mis manos y frente a mis ojos ejemplares y títulos de Golwarz, cuya existencia libresca desconocía, por ejemplo éste: 126 ensayos de bolsillo y 126 gotas tóxicas (México, Libro Mex, 1961), donde clausura cada ensayo con un aforismo.
De la presente antología, recuerden que se trata de una edición digital, lamento que no se haya incluido una fotografía del autor o algunas portadas de sus libros, cuando están disponibles en el espacio cibernético, los archivos fotográficos mexicanos y, seguramente, en el baúl de los recuerdos que sus herederos argentinos arrinconan. Sin embargo, me he percatado que eso mismo distingue a los escritores raros —ausencia en el panteón de las letras—, pues hasta la representación iconográfica les ha sido negada —¿conocen fotografías de Pedro F. Miret?—, no sólo su inclusión en el canon o la historiografía literaria. Para mí, Golwarz es un escritor raro, otro más en la historia de la literatura hispanoamericana de los extravagantes, pletórica de marginales.
Sin embargo, dejemos de lado esta demanda personal y focalicemos las parcelas de aforismos y microrrelatos que fueron incluidas en la antología de marras. Ensayos y dramaturgia quedan para otra ocasión, más propicia para un autor negado, eclipsado en cierta medida por su talante antiborgeano y anticortazareano. Y para emprender nuevas búsquedas entre los libros de ocasión que ofrecen esos santuarios de los libros en que se han transfigurado las librerías de viejo.
Los géneros elegidos fueron los afortunados, pues ahora fluye el tiempo benévolo en que su marejada va en ascenso, las sociedades letradas ya no lo miran de soslayo y donde el talante de Golwarz se explaya con más libertades, artificio, genio, talento y estilo. Así lo explica el prologuista: “La edición de Gotas tóxicas, en aforismos o en minificciones, son las muestras de una artesanía verbal que combina el ingenio de la brevedad con la ironía, el pesimismo, [el] sarcasmo y un decantado humor.” Apunte al que añado una observación al vuelo: la expresión aforística desvela una verdad, comparte un empirismo, enarbola una sapiencia del mundo y atosiga al prójimo con sus puntas de flecha untadas de misantropía. Por su parte, los microrrelatos, expresión cuentística de la que Golwarz es un maestro pionero, aparte de solventar epifanías, audacias narrativas y provocaciones heréticas, solicitan depuradas competencias de lectura en sus planteamientos narrativos.
Concluyo con una anécdota para los iniciados, encontré en Infundios ejemplares (México, fce, 1969), al cuidado editorial del señor padre de Lauro Zavala, uno de los microrrelatos más breves jamás escritos y publicados, además de herético —en otros tiempos, su artífice merecería hoguera de inquisición—, que no transcribo por su extrema concisión y respeto al virtual lector de esta antología o de los libros que espulgará futuramente en esos recintos del olvido domiciliados en nuestra ciudad.


Sergio Golwarz, Gotas tóxicas (Aforismos y minificciones), selección y prólogo de Hiram Barrios, México, Cuadrivio, 2014.


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