jueves, 2 de mayo de 2013

SEXÁLOGO DE LA JIBARÍA


EL RAYO JÍBARO
José Luis Sandín
He visto que algunas personas consideran al microcuento como una escritura jíbara: una escritura cocida con yerbas amazónicas —impiden la pérdida de los hilos narrativos—, reloj en mano para evitar que la insuficiencia de cocción no produzca la reducción deseada o que el exceso de tiempo la deje sin sustancia.
El primer microcuento que leí, me fulminó. Entre más micros leía, más lejana quedaba la escritura jíbara, y atraqué en otro puerto: la minificción es un rayo —jíbaro, si se quiere—; y procuro escribirlo acompañado por un six-pack de creencias:

1. Los rayos cruzan ante mí cuando menos lo espero. Caminar en estado de alerta ante su posible surgimiento.
2. Debo abrir bien los ojos y observarlos con detenimiento. Luego, escribir solo sobre el rayo, sin agregar florituras ni aderezos.
3. Su trueno me impacta. Cada rayo resuena con voz propia. Hay que escribir el rayo con sus palabras y exclamaciones: nos estremecerá de terror, pasión, risa.
4. Cada rayo trae sus propias historias. Se aprecian por sus centelleos entre las nubes. Escribir solo el rayo sin explicaciones, los centelleos narrarán con sus vuelos entre los grises del silencio.
5. Los rayos caen donde quieren. Rara vez buscan el centro de la tempestad, más bien lo rehúyen. Ha de escribirse desde el sitio de su caída.
6. Los rayos tienen un origen muy básico: choque de dos cargas opuestas. No hay más: a escribir el rayo con su propio origen.



José Luis Sandín, nacido el 3 de enero de 1959 en Hermosillo, Sonora. Se dedica actualmente al desarrollo de sistemas computacionales. La escritura se ha convertido en uno de sus ejercicios favoritos, una diversión para que la cosa ésta de la vida no le sepa a sin luz. Sus cuentos han aparecido en El Cuento. Revista de Imaginación, Yo no canto, Ulises, cuento. La sirena en el microrrelato mexicano y La Marina de Ficticia, entre otros espacios antológicos.