jueves, 16 de julio de 2015

SIRENA DEL SUR PROFUNDO

GRACIELA TOMASSINI

Menos leve que el silencio

Dicen que dicen algunos viejos isleros: en los esteros y bañados más remotos, donde ni los entrerrianos llevan a invernar las reses, mora una sirena. Mucho no se deja ver, y se me hace que más por coqueta que por pudorosa, porque ya anda medio entrada en años. Unos pescadores aseguran haberla enganchado en la línea una vez que andaban recogiendo por el Paraná Viejo. Con la aleta caudal ella misma se cortó el rizo enredado en los anzuelos, no sin antes echarles un buen terno a sus captores, que ese día no atraparon ni un bagre miserable. Desde entonces cundió la fama de la Sirena del río, y en todas las ferias de la costa se multiplican las ofertas del mechón que, según dicen, cura el mal de ojo, alivia el ardor de la culebrilla y es buen payé contra el mal de amores. Pero en su mayoría, no son más que escobillas armadas con musgos y restos de redes deshilachadas. El verdadero mechón fosforece de noche, y si uno se acerca, escucha, apenas menos leve que el silencio, las voces de los perdidos, los que fueron sepultados en las aguas.