viernes, 29 de noviembre de 2013

ROSTROS DE UN SEMESTRE



Leyeron como nunca lo habían hecho, aquí se asoma su anonimato en la primera imagen pero en la segunda, se les ve felices, como habitualmente fueron en la construcción de cada clase. 
Queridos alumnos, muchas gracias por acompañarme con su palabra edificante, lecturas, escritos y nostalgias de otro tiempo compartido.
Cual día domingo, leyeron cuatro libros (El Diosero, Relato de un náufrago, Frankenstein y, para cerrar el curso, Canek). Asimismo, escribieron sobre experiencias varias, como Mi primer beso, Autobiografía, entre otras, además de exponer temáticas procedentes de las lecturas señaladas.
En la siguiente imagen, destapo sus identidades con su autorización.



Fotos: JP, San Lorenzo Tezonco, diciembre, 2013.

viernes, 22 de noviembre de 2013

PAPASQUIARO


Hace unos ayeres, cuando Ulises Lima no era tan buscado como hoy; cuando los infras no eran moda ni nadie los pelaba. Por ese entonces Santiago Papasquiaro nos facilitó estos poemas como los otros trovadores vivos hicieron lo mismo. Hoy que los rescata del olvido el director de la revista literaria Crasis, Mario Cruz, también poeta bajo los efluvios infrarrealistas, aunque diga que no y haga berrinche, recuerdo con nostalgia esa época de aventuras, rones escanciados, largas tertulias sin nombre, bares penumbrosos y una pobreza inexplicable. 
Hasta donde recuerdo el número tres de Crasis, que nunca llegó a la imprenta, contenía otros poemas inéditos de Papasquiaro, y ahí siguen, arrumbados en mi añeja computadora Mac, rebien instalada debajo de mi escritorio, apacible en su justo sueño. 
Como cada número, esta revista fue diseñada y formada en PageMaker, luego adosadas sus planas a las viejas maquetas de composición para ser llevadas al fotolito para sacar negativos y luego llevadas a las prensas de impresión, que de ello se encargaba don Mario. Por eso —si se fijan bien— las líneas de ciertos párrafos tienen una inclinación, ya que el adhesivo no fue suficiente para fijarlos, o el señor director dormía la mona sobre ellos. 
Cada número fue ilustrado por un dibujante pero no recuerdo sus nombres. Y en cada entrega venía una selección de un vate oscuro, olvidado del canon, tales como Orlando Guillén o Santiago Papasquiaro, hoy vuelto celebridad por Los detectives salvajes.
Les comparto, por cortesía de Mario y Homero Quezada, unas estampas de aquel pasado.



Don Mario Cruz afirma en su cuenta de FaceBook, de donde provienen las imágenes aquí lucidas: “Hace casi dieciocho años publicamos el número uno de la revista Crasis. A manera de editorial un poelectrón de Oliverio Girondo, seguido de un infrapoema de Mario Santiago Papasquiaro, el ahora mítico Ulises Lima de los Los detectives salvajes. En el número dos apareció un texto de Pedro Damián Bautista y un dossier del inmortal Orlando Guillén. El núcleo de esta revista de literatura lo formaban Javier Perucho, Homero Quezada, José Francisco Zapata, el infame Marco Ruiz y su servilleta.” 
Mario cierra con esta puntualización: “Cierto, iba a aparecer un dossier dedicado al Mario. Los textos me los pasó su viuda, la ahora también difunta Rebeca, quien aparece muy fugazmente en los Los detectives salvajes. Ái tengo los originales.”


Homero Quezada, el otro referido por el señor Director, al habla desde su cuenta de FaceBook, expone su punto de vista singular: “Recuerdo, sobre todo, al ferocísimo consejo de redacción —presidido por su irreductible dire Mario Cruz— al cual no se le iba una y que hasta se deba el lujo de vapulear a plumas glorificadas. También recuerdo las ríspidas e inspiradas disputas entre Pancho Zapata y el inmortal Orlando Guillén. Una vez, Pancho me llamó por teléfono. Me dijo que estaba cerca de mi casa, pero que no se acordaba cómo llegar. Lo encontré en la esquina con Guillén; ambos, borrachos como perros y zampándose unos tacos de guisado. Desde lejos alcancé a escuchar que discutían acaloradamente y me preparé para atestiguar la iluminada polémica de los infra-vates. Me decepcioné profundamente: la discusión residía en cuál de los dos iba a pagar el consumo. Acabé sufragando el gasto.
De las tabernas penumbrosas, la verdad, sólo me viene a la memoria el Oriz Bar, mejor conocido como La Apestosa. Cuántos buenos momentos.”
En su momento recabaré la opinión turbulenta o apacible de Francisco Zapata, que depende del agua bendita que haya ingerido, el otro poeta ultra infrarrealista mencionado.
Hojas de papel revoloteando sobre un pasado vivido a plenitud, que hoy me revuelve la nostalgia y ondula la tristeza.


Nota bene: David Chávez, desde Colima, me manda estos enlaces para enriquecer el encuentro con Ulises Papasquiaro:






sábado, 16 de noviembre de 2013

SÚBELE


¿PODRÍAN SER AMADOS?

Ahora que me solicitan un prólogo para la Actualidad del reggae latinoamericano. Video documental y libro periodístico sobre siete bandas latinoamericanas, trato de recordar cuándo, en qué momento de mi vida inicié a escuchar esta música de la negritud caribeña. Entonces recuerdo que fue durante el primer año de secundaria, contagiado por Alfredo Serna, en ese momento orientador vocacional de la escuela, quien me introdujo por las sendas rítmicas, sinuosas y cordiales de la música jamaiquina. Desde esa época colecciono discos, libros, letras de canciones, carteles, playeras, películas e historias musicales sobre el reggae, ese ritmo vitalísimo que pulsa el compás de mi vida y fondo de mis andanzas por el sistema mundo de Babilonia.
Nunca me resistí a la invitación cuando Cristian Cedillo Rodríguez, Adrián Jorge Rosales y Edgardo Rodríguez Rosales me pidieron prologar su libro —la tesis de licenciatura que sostienes entre tus manos— sobre las ritmicidades del reggae, por cierto, un trabajo maduro, sólido, digno y a la altura de las realizaciones que se consagran día con día en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, de donde son egresados meritorios.
Mientras sopeso estas palabras liminares, escucho en alto volumen las canciones de Bob Marley apiñadas en mi Ipod, rebosante de expresiones musicales de los géneros de la negritud, pero pronto me doy cuenta de que o escribo nada más, o deplanamente escucho sus síncopas, pues tales músicas me obligan a tararear, a seguir el compás nomás con el piecito o me impulsan a mover el esqueletón con cada rola en ciernes. Así que decido castigarme, aventar los audífonos y apagar el aparato para poder concentrarme en la confección del texto liminar que acompaña la presente tesis, que ha superado, por sus amplias posibilidades culturales, su mera condición de trabajo escolar. Así pues, emprendo la escritura de la introducción ya sin sonidos amenos que la acompasen pero tú, lector, mientras tanto, puedes seguir escuchando sus acordes, ¡faltaba más!
Luego me doy cuenta que sus autores, Cristian, Adrián y Edgardo, han trazado un panorama del reggae en América Latina que no había sido considerado por los comentaristas musicales o críticos culturales de nuestras comarcas. De hecho, los libros en nuestro idioma sobre el tema escasean. Apenas recuerdo el de Lara Ivette López de Jesús, puertorriqueña afincada un tiempo en México, Encuentros sincopados. El Caribe contemporáneo a través de sus prácticas musicales (Siglo Veintiuno Editores, 2003), donde estableció un marco general de las músicas regionales que vibran desde el epicentro caribeño, particularmente el género que conmueve a los jóvenes autores. Nostalgiando mis lecturas vigesímicas, recuerdo un artículo periodístico de Mario Vargas Llosa sobre Marley, Jamaica y el reggae, pero ni la memoria ni el tiempo me alcanzan para localizarlo y así adoquinar este hoyo negro en la búsqueda de los orígenes, transformación y aclimatado en la prosodia del español que se persigue en Actualidad del reggae latinoamericano.
Para su felicidad aquí en la tierra, Cristian, Adrián y Edgardo han concluido su trabajo para colmarnos de buena información, imágenes inéditas, entrevistas puntuales y una documentación visual digna de aprecio, ya que pespuntaron con las voces principales de la escena contemporánea el transplante, evolución, arraigo y acoplamiento de este ritmo jamaiquino —o jamaicano como ellos prefieren—, en las expresiones musicales de Latinoamérica, un continente muy empalmado a los propósitos líricos del reggae, pues las más elementales necesidades sociales de la región —pan, libertad, esperanza, amor, justicia, solidaridad— todavía permanecen sin ser satisfechas, por ello el reggae se sigue entonando como canto de igualdad y rebeldía. Nomás recuerden la canción de Peter Tosh, Equal Rights, demanda que sigue ondeando por nuestros horizontes.


El sueño de Marley, expresado en su canción Could You be Loved, afirmación traducida libremente como Podrías ser amado, encarna muy bien en dichas necesidades latinoamericanas. Razón por la cual el reggae se ha convertido en las generaciones de antaño y presentes en el canto y el ritmo de unas exigencias sociales que solicitan el entendimiento de los demasiados problemas del mundo —So much Trouble in the World— para su solución, tal como quería el profeta del reggae.
Por cierto, apunto al paso que la figura de Marley no está presente en el libro ni en el documental que lo acompaña, siendo el caudillo, el icono rebelde y el artífice de una nueva musicalidad que revolucionó una isla, dos continentes, una raza y nuestra sensibilidad. Su ausencia quizá llame la atención, al igual que la defensa y el elogio de la ganga, o su repudio, acciones a las que no están obligados moralmente los autores de este documentado paseo por el ritmo caribeño que nació para movernos, alentarnos y acompañarnos en nuestras alegrías y más íntimas tristezas: One Drop, una lágrima nomás. En cambio, sí está muy presente, entre otros tópicos, el rastafarismo, ese credo religioso que se predica en la lírica misma de los compositores fundacionales.
Para Cristian, Adrián y Edgardo queda entendido que si la Conquista extirpó de raíz nuestras aborígenes creencias en Tláloc, dios de la lluvia nuestra, difícilmente podrían creer religiosamente en Haile Selassie, el emperador etíope, para rendirle pleitesía, máxime cuando se trató de un sátrapa africano, cuyos rasgos, temperamento y modos de tiranizar su país fueron retratados por Ryszard Kapuściński en las crónicas organizadas en El emperador (Anagrama, 1989), aunque nada de eso importó a sus epígonos jamaiquinos para idolatrarlo, tampoco a mí, pues lo que anhelaba al escuchar los acordes y sus ritmos no era una revelación o la comunión con la divinidad, sino el contagio de sus cadencias celebratorias, porque eso es el reggae, una concelebración de la vida, la pauta rítmica cordial con que transitamos por estas tierras de Babilonia, la Babylon Babylon de muchas de las canciones lamento de Marley, Tosh y Jimmy Cliff, profetas, maestros y pioneros del reggae en Jamaica, esa ínsula del paraíso donde la vida ha de ser más que sabrosa por su apacible azul caribe, hervidero de verdes matas y jardín de delicias musicales.
Ahora bien, ¿cómo se acopló el reggae a las expresiones rítmicas, prosódicas y melódicas del español en Latinoamérica? La respuesta se encontrará leyendo este sólido trabajo periodístico de investigación, pionero en su género, original en su planteamiento y novedoso como laurea universitaria, ya que cada uno de los cantantes e integrantes de las bandas entrevistados plasma sus particulares formas de composición, temas recurrentes, influencias, momentos y raptos de inspiración, además de simpatías y divergencias respecto a los colores trinitarios, la costumbre de la ganga, los caudillos musicales y otras singularidades que acotan la naturaleza del reggae.
Al terminar de leer el libro y de mirar una y otra vez el documental que lo enriquece, respondo con certeza a la pregunta planteada desde el inicio. Sí, podrían ser amados. Podríamos serlo. Y más que nadie sus autores, que con dreadlocks o sin rastas se soltaron la luenga cabellera para deleitaron con sus entrevistas, encuadres, fotografías, entusiasmo y voluntad de saber sobre lo que hay que saber acerca del reggae en Latinoamérica. Naturalmente, también podríamos ser amados sus lectores, habitantes de esta Babilonia sin señor.
Cristian, Adrián y Edgardo, no me queda más que una deuda de agradecimiento por su invitación. Enhorabuena por esta Actualidad del reggae latinoamericano. Video documental y libro periodístico sobre siete bandas latinoamericanas, del que obtuvimos aprendizajes, enseñanzas y una información útil para actualizar nuestra mesurada afición por el reggae. Les deseo éxito en los siguientes proyectos que emprendan.
Rendido el compromiso, no me queda más que solicitar a los muchachos que traigan la grabadora y enciendan la música, que ya nos espera el jefe Marley con otras rolas más que buenas. ¡Súbanle!


Javier Perucho, “¿Podrían ser amados?”, en Cristian Cedillo Rodríguez, Adrián Jorge Rosales y Edgardo Rodríguez Rosales, Una nota de reggae, México, tesis de licenciatura en Comunicación y Cultura, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2013, pp. 6-8. 

martes, 12 de noviembre de 2013

NOVEDADES DEL CUENTO



El número 28 de El Cuento en Red ya está en internet. Su nicho electrónico espera su visita, pues escriben Dolores M. Koch (†), Raúl Brasca, Fernando Valls, Leticia Bustamante, Laura Elisa Viscaíno, Lucila Herrera, José Pablo Camarena y Frida Rodríguez Gándara, más lucimos un decálogo inédito del narrador mexiquense Marco Aurelio Chavezmaya. 
Como los lectores son bienvenidos, pasen ya:

sábado, 9 de noviembre de 2013

DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN


En su momento, apenas salga de la imprenta, queridos lectores, les aviso de su disponibilidad. Pongan chonguitos para que nada se le atraviese en su camino de linotipos, papel y tintas.
La primicia aquí la encontrarán, junto con un avance del texto liminar y un inédito.
Enhorabuenas para los seleccionados, auténticos cazadores de sirenas. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

DECÁLOGO DEL ENSAYISTA



I. El ensayo busca el consenso entre los lectores, para eso lo embruja con sus argumentos, experiencia e información. A pesar de esta intentona ideológica, su autor no renuncia a la amenidad de las formas narrativas. Del cuento adopta la voz personal; de la novela, el gran aliento; del drama, las formas del parlamento; del microrrelato, el horizonte cultural; del poema, la imagen; del cuento, la epifanía de su final. Lograrás la armonía de tu ensayística con una mezcla ponderada de estos ingredientes.
II. El ensayo exige una arquitectura interior ponderada y equilibrada entre sus partes (incipit, intercipit, excipit). Un ensayo es una narrativa donde se predica un objeto cierto, probable y verdadero para el sujeto de la escritura. Demostrar una tesis o desarrollar un tema al modo del libre albedrío empujarán tu única elección.
III. El ensayista se amamanta de su tradición, la historia literaria y los agrimensores del género que pretende cultivar. Tu reto es el combate con los espejismos: internet, la gloria, el best seller…
IV. Como ensayista no esperes dinero, ni te ilusiones con la fama de los poetas o la ventura agradecida de los narradores. Te encontrarás mejor pagado y reconocido si tus colegas, amigos y lectores te consideran un creador.
V. Al pergeñar un ensayo inviertes en un proceso de larga duración; madurarlo demanda otro lapso; templarlo requiere del agua fría que discurre por la senda de una clepsidra. En el siguiente movimiento trata de exponer tu parecer ensayístico.
VI. Si se aferran al pasado o provienen del más furibundo tiempo contemporáneo, los temas que se desprendan de tales periodos habrás de hilvanarlos con la novedad de tu escritura.
VII. Si hay sangre derramada en tu entorno, caciquismo, hambre, valores derrengados, corrupción, fronteras oclusivas, no aprietes los ojos. ¿Escribirás sobre esas llagas sociales? El observatorio de tu escritura no excluye la inmersión social, pero no olvides que ésta suele ser causal de desavenencias estéticas, prórrogas o renuncias literarias finiquitadas.
VIII. Escucharás a la gente para registrar sus preocupaciones cuando hable en la calle, arriba del autobús, cuando baje las escaleras o mientras discute en la banca del parque. En la oralidad también se localiza la materia prima de tu escritura, de la que pueden desgajarse los tópicos de tu predicado. Escuchar a tus conciudadanos redondeará tu marco ético, pues sus angustias acaso orienten tus inquisiciones literarias; al final, con ambas definirás tus valores estéticos y morales.
IX. Quizá del mercado, la fama o la rotonda del best seller puedas obtener dinero y satisfactores inmediatos, pero con ellos apenas conquistas una felicidad fugitiva, nunca la epifanía que demanda tu escritura.
X. Envidiarás el éxito del escritor vecino, pero no te permitirás tenderle una zancada. Ódialo, pero compensarás la carencia con disciplina y cuartillas compurgadas durante la mañana, de tarde a tarde o mientras avanza la noche. Recuerda: el tiempo es el único recurso no renovable de un escritor.

Coda: La resignación a los fervores de estos mandamientos habrán de fomentar tu alternativa al desacato.

El “Decálogo del ensayista” fue publicado en Cariátide. Brevedades Literarias (México), año 3, Núm. 6, otoño, 2013, pp. 6-7.