jueves, 29 de septiembre de 2011

TIJUANA EN EL CINE



Mi participación en el Primer Foro de Análisis Cinematográfico Tijuana: Perspectivas de la Ciudad en el Cine, consistirá en una exposición sobre tres películas mexicanas recientes y un comparativo con la narrativa sobre la migración mexicana a EE UU, de la que ofrezco su parte concluyente.

Finale
En recapitulación, en Mi vida dentro se documenta un proceso legal, se entrevista a los involucrados en el juicio y se declara una condena a una mexicana migrante procedente del Estado de México, a quien presumo inocente. La legalidad se verifica y cumple en la ortodoxia. A su vez, en Norteados esa legalidad intenta ser subvertida por los personajes que visten de mueble al protagonista, originario de Oaxaca, para que atraviese la frontera. Por su parte, ese sistema de justicia en el reino fílmico de Los bastardos es alterado por Fausto, el adolescente homicida, quien escapa de la justicia al encontrar refugio en su ámbito natural, los campos agrícolas, entre los jornaleros, sus hermanos.
En las tres películas el sistema legal, modos de vida, lengua y cultura anglosajones sirven de oposición al paradigma que encarnan los indocumentados mexicanos, quienes funcionan además como contrapeso argumental de la historia que relatan. Repito antes de concluir: los personajes no profesionales, la arquitectura del documental, los finales abiertos, el ánimo de denuncia y la fascinación por el entorno urbano son elementos afines a la más reciente filmografía sobre la migración mexicana a Estados Unidos. De igual modo, parte de la literatura mexicana de las dos últimas décadas ha tematizado esa misma migración en sus cuerpos narrativos.
Los ámbitos se contraponen en tales relatos fílmicos: la abundancia y la carencia; la limpieza y la miseria; la pigmentación de la piel y el biotipo; la propiedad y el abandono; la palabra y el silencio; el derecho y la anomalía. Un vórtice emparenta a migrantes y nativos: el impulso vital que arroja a los desarraigados a buscar la vida en otra parte, semejante al de la señora que implora piedad a sus verdugos, parecido a la osadía del disfraz para burlar los controles fronterizos.


lunes, 26 de septiembre de 2011

sábado, 17 de septiembre de 2011

¡MEXICANOS DE FUERA!

Al grito del voto
Puesto que soy un declarado militante del voto extraterritorial; es decir, del reconocimiento de los derechos políticos de los mexicanos que viven en el extranjero, incito a mis compatriotas a que hagan lo conducente para que el voto suyo sea considerado, sufragado y validado en las siguientes elecciones federales y locales. Ni la presidencia ni el gobierno local estarán en riesgo, de no sufragar los compatriotas, apenas la endeble conciencia de sus derechos duramente conquistados.   


lunes, 12 de septiembre de 2011

METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES

Enrique Ángel González Cuevas

Decálogo
1. Escribir sólo es justificable si se hace arriesgando el alma o por diversión. Si logras ambas serás Dios.
2. El cuento es lo que tú quieras que sea, pero no te manches mucho.
3. Si te manchas, es decir, si te excedes, que valga la pena.
4. Escribe sólo aquello que a ti como lector te gustaría leer.
5. No intentes “ser profundo”.
6. Desconfía de tu ortografía y tu redacción.
7. Sé constante.
8. Corrige todo lo que puedas.
9. No fuerces el cuento y cuando lo tengas que no te importe cuánto tardas en publicarlo.
10. No escribas para concursos, ni te impongas plazos por cuestiones ajenas al cuento mismo.

Pertenece a “Breve metafísica de las costumbres”, libro inédito. Edición no venal. 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

INVITACIÓN ABIERTA

Antes del grito
Palacio de Bellas Artes, Sala Adamo Boari, 14 de septiembre, 19 hrs. Ciudad de México. 
Participan los novísimos escritores Adriana Azucena Rodríguez, Renato Guillén y Enrique Ángel González Cuevas. Entrevista a cargo de Javier Perucho. A su término, vivas y gritos desaforados por la suave patria, en su mes. Fueron invitados.
 

sábado, 3 de septiembre de 2011

NIÑERÍAS


ALFILERES NEGROS

Jean Rhys
Mi niñera, a la que llamábamos Meta, no me quería mucho, y con mi afición por los libros, era demasiado. Un día me encontró acurrucada en la escalera leyendo una versión para niños de Las mil y una noches, en letra minúscula.
Me dijo:
—Si lees tanto, ¿sabes lo que te pasará? Se te caerán los ojos y te mirarán desde la página.
—Si mis ojos se me caen, no los veré —discutí yo.
Y contestó:
—Se caen, excepto los puntitos negros con los que ves.
Yo le creí a medias y me imaginé mis pupilas como cabezas de alfileres negros, y que todo lo demás se había ido. Pero seguí leyendo.




Jean Rhys, Sonríe por favor. Una autobiografía inconclusa, traducción de Juan José Utrilla, México, fce, 1989, p. 31.