lunes, 2 de marzo de 2009
CRÓNICA RELÁMPAGO DE UN VIAJE RELÁMPAGO
No los conté, pero me dio la impresión de que sumaban una treintena los estudiantes que acudieron a la cita, alojados en la sala de lectura Germán Lizt Arzubide que la honorable Preparatoria Emiliano Zapata dispuso para la conversación.
Acudí a Puebla el 5 de febrero invitado por dos generosos y talentosos profesores de esa escuela: Ricardo Cartas Figueroa y Óscar Alarcón, sendos novelista y cuentista, ambos con libros publicados, además de blogueros irredentos: www.ultracostumnews.blogspot.com. Ellos alimentan una serie de charlas con escritores allegados de las más diversas regiones del país con el lúdico fin de que intercambien sus experiencias de escritura, formación profesional y modos de trabajo con los estudiantes en un ambiente libre de presiones académicas, pues los bachilleres asisten convocados sólo por el interés personal, la vocación y la voluntad de saber.
Llegar a la ciudad de Puebla fue extremadamente fácil en autobús; regresar avanzada la tarde también aligeró el viaje. Ningún incidente que lamentar; es decir, nada para compartir. Llegué leyendo la edición más reciente de Lodo, del hiperrealista Guillermo Fadanelli.
A las paredes de aquella sala están adosados unos humildes libreros, cuyos ejemplares fueron donados por la ciudadanía poblana, que respondió a una convocatoria pública y abierta lanzada en los medios locales: radio, televisión y periódicos por los autodenominados “ultracostumbristas”; de este modo, dicha biblioteca aloja aproximadamente ocho mil ejemplares donados durante sucesivas campañas por el kilómetro de libros que han orquestado cada año. Naturalmente, mis Dinosauros de papel y mi sirenario fueron obsequiados para el solaz de la grey que me acompañaba.
La ronda obligada de preguntas entre el expositor y su público y la sobremesa con los anfitriones son los asuntos que deben compartirse, pues los bachilleres poblanos durante la charla mostraron indicialmente madurez, lecturas, horas de escritura, vocación temprana por las letras.
A la hora de la comida, Ricardo y Óscar se mostraron hospitalarios, buenos anfitriones, colegas generosos y compartidos con sus obras, muy amenos en sus dichos. Sin obligación alguna apunto que son profesores jóvenes que hallaron en la docencia una forma de hacer un bien comunitario, muy atentos, preparados e instruidos en su profesión, por ende su trabajo literario se verá seguramente beneficiado.
Luego del mole poblano y el arroz a la mexicana, que me hicieron comprender los vivas al pole poblano del vate estridentista, fuimos a tomar el café en la librería La Profética, que bien vale la pena una crónica o una nota independientes por su proyecto cultural, ya que mantiene a estos jóvenes y sus asiduos parroquianos informados de las mismísimas novedades editoriales que se pueden encontrar en esta provinciana ciudad de México.
Termino lamentándome de no haberme tomado una foto con el mismísimo Gabo, una escultura en cobre que espera al paseante con el brazo derecho extendido, sentado en una banca metálica del pasillo principal de la preparatoria. Como habitualmente espera a los paseantes, será en mi próxima visita.
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